IGLESIS GUILLARD, JORGE
Este volumen reúne los dibujos de varios cuadernos de viaje realizados durante años y que tuvieron como destino entrar, observar y dibujar en las ruinas de las ciudades de nuestra América Prehispánica. Son distintos viajes que incluso se repitieron en diferentes tiempos.
En un principio todos estos apuntes iban a formar parte de la publicación del libro «Ciudades del mundo. La mirada de un arquitecto». En la revisión y compaginación de todo ese material estas antiguas ciudades parecían no encajar con las ciudades de hoy y sugerían otra manera de ordenarlas y exponerse. Simplemente quedaron fuera de la publicación de este libro y volvieron con su habitual desorden a dormir en el abandono del librero de mi taller.
Pero la memoria de estos viajes y el recuerdo de estos apuntes no me permitió dejar los guardados y olvidados. Sí bien no les resultaba oportuno integrarse al libro de las «Ciudades del mundo», contenían un relato profundo y subyacente, como un hilo conductor, las encadenadas para organizarse juntas en una publicación diferente y propia como testimonio de su perseverante existencia en el tiempo y en el espacio. Fue así como tuvo lugar la idea de reunirlas en este libro.
No es éste para nada un estudio histórico o arquitectónico de estas ciudades modelo que hoy podemos ver de ellas. No pretende entregar un análisis ni descubrimientos significativos sobre sus emplazamientos en el paisaje, su organización urbana o la configuración volumétrica y espacial de sus edificios. Menos de su organización social o de su desarrollo cultural. No es una ordenada recopilación analítica ni sistemática. Aquí solo hay un puñado de dibujos realizados en los distintos sitios y algunas observaciones que no reflejan otra cosa que la mirada del autor. Son observaciones que se detienen en el espacio y en la configuración de los lugares. Más allá de las formas y la materialidad de lo construido, porque es el espacio la materia de la arquitectura.
Él habla de los edificios y las ciudades es a través del espacio. Para escuchar y entender es necesaria la dimensión del tiempo, recorrer y detenerse, observar y dibujar. Y no se trata más que de eso. Porque dibujar es observar y tomar aquello que guardaremos en la memoria, lo que nos sorprende y vale la pena recoger para recordar. Dibujar, para ver mejor y más lejos. Dibujar para aprender y después de aprendido recordar.
Hoy en día viajeros y turistas transcurren por el mundo con sus celulares preparados para fotografiar lo que se les cruza por delante. Resulta fácil hacerlo y reproducen la realidad tal cual se ve con todos sus detalles. Para quien dibuja todo es diferente, porque se seleccionan solo algunas cosas, pero se ve mucho más. Al dibujar se observa y se entiende, se busca y analiza en cada trazo, y se explica con el resultado final.
Con los errores y limitaciones de estos apuntes de viajes he seguido a los grandes arquitectos y constructores del mundo de ayer y de hoy con él solo objetivo de conocer más y comprender mejor lo que en un día levantaron. Lejos aún de lograr estas dos cosas, he sentido la emoción de entrar a estos lugares y disfrutar con lápiz y papel haciendo estos dibujos. Porque en lo básico dibujar es descubrir.
Porque ahora que lo reviso y ordeno, sí fuerzo mi memoria y sí escudriño entre los recuerdos vuelvo a verlos. Otra vez entró en estas espléndidas ciudades
/ Extracto / Jorge Iglesis Guillard