YAÑEZ, MARIA FLORA
La niña que Yáñez nos muestra en las páginas de su libro no es como las que bailan en las rondas de Gabriela Mistral; no está lista para dejarse llevar por el desvarío, no está lista para ser notada. Y, sin embargo, nosotros la notamos, la seguimos, la acompañamos. La narradora adulta se las ha arreglado para actualizar el pasado a través de un relato fantástico, sí, pero lleno de detalles. Lo que maravilla de este texto es que sin desconocer los miedos, los dolores, las pérdidas y las preocupaciones de las cuales la infancia está repleta, unificando esas experiencias a los juegos, las alegrías y la calma, María Flora Yáñez ha construido un texto que logra representar la complejidad de una infancia (la suya) y, con ello, reconocer que cada infancia es única e irrepetible.