MARCELO LEONART
Una pareja en crisis decide tener un hijo en un departamento que puede estar llenándose de ratones. Un ex ganador de un programa de conocimientos chatarra se enfrenta a sus propios fantasmas y sus propios fracasos en la persona de un vagabundo fanático del fútbol, especialista en vociferar como profecías del futuro hechos del irremediable pasado.
Un hombre acude al llamado de su ex, acosada por el deterioro, el abandono y tal vez por unos pájaros carroñeros que la acechan como si estuviera muerta. Una tortuga abandonada en un departamento vacío se transforma en testigo de la trayectoria vital de una familia. Una casa en un acogedor barrio de clase media, habitado por una pareja de guionistas de culebrones televisivos y su pequeño hijo, se enfrenta a una plaga de cucarachas, mientras la violencia empieza a desplegarse por las calles de la ciudad. Un niño le pregunta a su padre por detalles del accidente del transbordador espacial Challenger el mismo día en que un ex preso, sobreviviente del voraz incendio acontecido el 8 de diciembre de 2010 en la superhacinada cárcel de San Miguel en la ciudad de Santiago de Chile, llega a vivir a la casa vecina con el rostro totalmente desfigurado.
Historias de parejas en crisis que se arman y desarman entre la necesidad y la pérdida. Historias de departamentos que siempre pueden ser el mismo departamento, de casas que siempre pueden ser la misma casa, habitadas por familias nucleares que pelean por no desperdigarse, pero que fatalmente se dislocan ante la invasión o la aparición de lo ajeno. Historias en las que esas casas son una metáfora en atmósferas de encierro y asfixia. Historias de hijos que llegan, de hijos que actúan y que preguntan, porque de algún modo quieren saber. Historias de padres que se aferran a su propia paternidad y al lugar de habitar como autoafirmación, pese a que no están inmunes al despojo y a sentirse usurpadores.
Historias de un país que quedan fuera de las aulas, pero que siempre apuntan al vital relato de la educación.
