ZWEIG, STEFAN
«Hasta donde alcanzaba la vista encontraba la misma expectación que había en mí, se habían abierto grietas en la tierra que ahora se ensanchaban como si fueran pequeñas bocas sedientas; poro a poro se abrían y se expandían buscando frescor, el placer frío, estremecedor de la lluvia, y yo experimentaba algo semejante en mi propio cuerpo. Sin que fuera consciente de ello, mis dedos se crisparon como si pudieran agarrar las nubes y arrastrarlas de una vez hasta este mundo desfallecido...».