CASTILLO, ALEJANDRA
¿Cómo no hacer de la necesaria política feminista afirmativa sólo y siempre una reivindicación de identidades reificadas en torno al significante «mujer-madre»? En otras palabras, ¿cómo ser feministas sin ser «mujeres», esto es, cómo ser feministas más allá de la prescripción patriarcal del «ser mujer». ¿Cómo salir entonces de la paradoja de ser mujer? Es frente a esta paradoja que las políticas feministas de la interrupción más que un repliegue proponen un cuestionamiento profundo al modo moderno de la política. Este feminismo no busca la inclusión, tampoco el reconocimiento. Este feminismo de la interrupción implica un movimiento doble, primero, enjuicia los elementos que modernamente has construido a la mujer: estos es la familia sentimental, el contrato sexual y la idea de madre cívica.
En consecuencia no se tratará pues de un acto de agregación afirmativa. Y segundo, desplaza la tesis feminista de la huida a la tierra prometida de las «mujeres». Dicho de otro modo, tampoco es del todo útil el sugerente acto de negación o de invención de los nombres de la mujer por fuera, en los márgenes. No se puede ser feminista habitando sólo en los márgenes.
La política del feminismo se elaborará en un complejo juego entre lo excluido y lo incluido, lo particular y lo universal. Es por ello que el feminismo no es una política del interés. El feminismo es un proyecto de transformación total.