RESTREPO, LAURA
Si en algún lugar de la tierra está el infierno, es en la Sala 56A del Museo del Prado. Allí están exhibidas las huestes de demonios y condenados que pintó Hieronymus Bosch, el Bosco. Felipe II adquirió en su momento estos cuadros, y cuando le llegó la hora de la agonía, los hizo colgar frente a su lecho de enfermo. Obsesionado con la presencia del mal, había mandado a la hoguera a cientos de acusados, y ahora temblaba ante su propio destino tras la muerte. Como sacados de las pinturas del Bosco