VALDERRAMA, MIGUEL
Con la excusa de no ceder a la tentación de esbozar un amago de respuesta a la pregunta por el poder del arte de la neovanguardia chilena, tal vez convendría multiplicar aquí las precauciones ante los equívocos que la noción misma de modernismo podría suscitar. Así, cabría aclarar que Modernismos historiográficos no trata de evocar una historia del gusto como aquella que es posible descifrar en el arte de un modernismo greenbergiano, centrado en la pureza de la pintura y en la historia de las formas a través de las cuales el buen arte consigue finalmente abrirse paso. Tampoco trata de elaborar una historia del arte de raíz rancièreana, donde el modernismo no es más que el nudo de una contradicción entre dos políticas estéticas opuestas a partir de un mismo centro común que vincula la autonomía del arte a la promesa de su disolución. A diferencia de estas dos historias del modernismo, que anticipan, de algún modo, dos respuestas a la pregunta por el poder del arte, Modernismos historiográficos nombra un trabajo de escritura y lectura de la crítica y del arte en la época de la desaparición.